martes, 18 de febrero de 2014

Una Noche en la Filmoteca

en la filmoteca
I sognatori , en la filmoteca


El invierno había dado una pequeña tregua aquella noche y las causalidades de la vida hicieron que fuera a la Filmoteca con mi amigo Monsieur Sr. a ver Beau Geste.
Normalmente no hubiera ido a ver esta película. Ya la había visto en un ciclo de la televisión, cuando las películas antiguas aún no habían sido expulsadas y alejadas del público por los programadores. No había dejado una huella especial en mi memoria, ni me acordaba de ella.

La película me sorprendió positivamente. Estructura narrativa no lineal e innovadora para el año 1939,  buena fotografía de exteriores y una absorbente historia en la que se respira el ansia de aventuras y libertad. Se nota que William Wellman , el director, es uno de los grandes. Hasta se pueden apreciar influencias del cine mudo expresionista.

Pero el espectáculo estaba también en el foro. Mientras el sádico sargento encarnado por Brian Donlevy maltrataba a sus legionarios y el trío de hermanos Geste, se encontraban y desencontraban en el Sahara , la fauna de la Filmoteca también comenzaba su actuación.
Un espectador en la butaca de atrás aprovechaba la oscuridad para vivir la experiencia de un relajante sueño; babeando entre sonoros ronquidos. Fue despertado y chistado en repetidas ocasiones, pero era inútil ; parecía afectado por la picadura de una mosca tse-tse o una dosis de opio,  intentaba incorporarse... y volvía a caer dormido, prosiguiendo sus letales ronquidos que interferían en los diálogos entre Gary Cooper y Ray Milland.

El aperitivo a este acto ya se había servido cuando el acomodador reprendió en voz alta a una extraña señora que estaba masticando, acusándola de estar comiendo en la sala. La mujer lo negaba enfadada, mientras escondía furtivamente algo.

Pero el momento cumbre de la sesión llegó cuando en una escena clave, una solitaria mujer empezó a manipular una bolsa de plástico que sonaba como unas maracas, a lo que siguió un abucheo general del público. Fue inútil , la señora seguía con su bolsa ruidosa con más esmero si cabe. Hasta que por fin abandonó la sala.

No se crean, tampoco me sorprendieron mucho estos incidentes. Recuerdo un pase de El Viento, película muda de Victor Sjöström, en la que dos psicópatas espectadores se pasaron toda la película soltando exclamaciones sobre el poderío y belleza de.... los caballos que aparecían por la pantalla. 

En fin, no se pierdan el espectáculo de la Filmoteca, dentro y fuera de sus pantallas.