martes, 1 de abril de 2014

Extraño Incidente en Hanoi


Las calles de Hanoi

Llevaba todo el día callejeando por el barrio antiguo de Hanoi, esquivando el agobiante tráfico y mojado por una lluvia fina persistente, que ya había ennegrecido mis pantalones con la mezcla de grasa de moto y accidentes culinarios diversos con "dumplings" y otras exquisiteces.  
Cruzaba una y otra vez los mercados de calles con nombres como Gia Ngu, Hang Bac y Dong Xuan. O Hang Ma , la calle especializada en vender dinero falso para quemarlo en ceremonias budistas. 

Decidí refugiarme de la lluvia, en el teatro de marionetas de agua


La Orquesta del Teatro de Marionetas
Teatro de marionetas de agua

Aunque la mayoría del público era occidental, la onírica representación me relajó , arropado por los ritmos de los instrumentos ancestrales y los extraños cánticos de los actores. Y el barroquismo oriental de las marionetas.
Me fui para terminar el día a tomar unos tragos a Ta Hien, un callejón famoso por sus bares.

Ta Hien, callejón de los bares en Hanoi

Salí embriagado después de varias Tigers, bias hoi y unos cuantos whiskys a precios de saldo. Y de repente lo vi entre la multitud noctámbula...
Era el señor Lai Chau; el contable gris que había conocido en el Hotel Tirant en el buffet del desayuno. Me obsequió con su tarjeta de representante de una empresa textil, que acabó en la papelera.  Los tragos habían vencido a aquel hombre serio y concienzudo y ahora zarandeado por las motos y los viandantes, como un muñeco de feria. Se había convertido en una estrella del karaoke más bizarro.




Recordé que curiosamente había vuelto a coincidir con él el año anterior en un puesto de la calle, incluso tomé los mismos caracoles gigantes que él. Se me revolvió el estómago...

Caracoles !

Desperté de aquel extraño sueño, y miré en frente, había dos pescadores. Estaba al lado del mar, en la playa de An Bang, cerca de Hoi An... No conocía todavía Hanoi, ese iba a ser mi próximo destino... ¿Estaba perdiendo acaso la razón? 

Pescadores en An Bang

Quizás hubiera debido cancelar el viaje y no seguir a Hanoi. Pero una extraña fuerza me obligaba a ello...Mi destino estaba ya escrito.

El Destino en un templo de Hoi An